viernes, 27 de noviembre de 2015

El capitalismo: pesado y ligero.






Individualidad.

Por Abel Rodríguez Montes.

Las predicciones sobre los horrores que nos depararía el destino si no se lo detenía antes de que fuera demasiado tarde han sido causa de una controversia de hace cincuenta años entre “el mundo feliz” de Aldous Huxley que relataba un mundo lleno de opulencia y libertinaje, sus personajes eran despreocupados y retozones y en “1984” de George Orwell, que describía un mundo degradado, carente y necesitado y los personajes que lo habitan son temerosos y tristes.

 Aunque estos dos mundos eran una dicotomía tenían algo que unía ambas visiones y era que los habitantes de estos mundos viven bajo un control total y la libertad personal no existía, de hecho ofendía las personas que ya estaban entrenadas para cumplir con órdenes y seguir una rutina prefijada por un grupo que tenía en sus manos todo el poder, el resto de seres humanos eran solo títeres y en las manos del grupo en el poder están los hilos.  En un mudo divido como ya un tiempo atrás Carlos Marx lo había dicho pero de otra forma, entre manipuladores y manipulados, entre planificadores y los que cumplen esos planes, un mundo en el que es inimaginable otra alternativa.
Orwell y Huxley concebían un mismo futuro para el mundo, la única diferencia era el camino para llegar a este destino, destino que estamos viviendo hoy en día, como estos dos visionarios lo habrían dicho en el futuro de sus mundos, donde todos somos ignorantes, obtusos o indolentes y permitimos que las cosas sigan su “rumbo natural”. La  tragedia del mundo era seguir obstinada e incontrolablemente un futuro en el que los poderosos se vuelven más poderosos y los pobres se vuelven más débiles y los hombre y mujeres quedan sin decisión sobre sus propias vidas como actualmente sucede y frecuentemente no lo queremos ver de esa manera, el sistema capitalista que en vez de educarnos busca quitarnos el juicio propio por medio de la represión y los medios de comunicación. Tal como Sócrates y Platón no podían ver un mundo fuese bueno o malo, sin esclavos, Huxley y Orwell no podían ver un mundo sin jefes que determinaran el parlamento y el rol de cada uno, en el que si alguien improvisaba ese parlamento es despedido de esta empresa o encerrado en calabozos.


El capitalismo: pesado y ligero.


Nigel Thrift hubiera archivado los relatos de Huxley y Orwell bajo la línea del “discurso de Josué” comparándolo con el “discurso del génesis”, además dice Thrift que los discursos son metalenguajes que enseñan a las personas a vivir como personas, el mundo de Josué está organizado por fronteras impenetrables y el orden aquí significa monotonía, repetición y hechos predecibles, los eventos que en este mundo suceden tienen más probabilidad de ocurrir que sus contrarios (lo que llamamos conductas o fenómenos antisociales) que son casi directamente descartados, en el mundo de Josué todo tiene un propósito pero que está bajo el orden impuesto, ahí no hay lugar para actos inútiles y los que son útiles no se consideran como un propósito, para ser reconocido debe servir a la conservación de ese orden, este orden no requiere de legitimación porque tiene un propósito propio, simplemente es y no puede dejar de existir, ahí es donde entra Dios y su creación divina.
Como ya había descubierto Carlos Marx las ideas de las clases que tienen el poder son las ideas dominantes por lo menos durante doscientos años que los patrones de las empresas capitalistas separaron lo racional de lo irracional, lo sensato de lo insensato y que había alguien que determinaba y limitaba la trayectoria de la vida humana.
Hasta hace poco el discurso de Josué era dominante pero ahora el discurso del génesis prevalece cada vez más.
El mundo que respaldaba el discurso de Josué era el modelo de un mundo fordista que era un modelo de acumulación de industrialización y de regulación, que se alzaba a la dominación de toda la experiencia vital, el fordismo fue la autoconciencia de la sociedad moderna en su fase “pesada y voluminosa”, en esa etapa el capital, la dirección y el trabajo permanecieron muy unidos, casi atados por la combinación de enormes fábricas, maquinaria pesada, y fuerza laboral masiva, el capitalismo pesado estaba obsesionado con la masa y el tamaño y por ese motivo con la idea de sus fronteras, de hacerlas impenetrables, el genio de Henry Ford se encargó de descubrir la manera de mantener a todos los defensores industriales detrás de sus muros, de una manera muy ingeniosa, aumentar el salario de sus obreros al doble por lo que evitaba que los obreros rompieran sus cadenas, estas cadenas que les impedían la movilidad de su lugar de trabajo eran las cadenas que mantenían vivo el fordismo, en esta etapa pesada el capital estaba tan fijo a un lugar como sus trabajadores que contrataba, de esta manera mantenía a la empresa capitalista y la mantenía quitando como Huxley y Orwell lo habían escrito; sin la decisión sobre la propia vida ni las construcciones de un juicio propio.
En la actualidad, el capital viaja liviano con el equipaje de mano, con un simple portafolio, con un teléfono celular y una computadora, por otra parte el trabajo sigue inmovilizado como en el pasado, pero el lugar al que antes estaba fijo perdió su solidez.

La diferencia entre el capitalismo pesado y el liviano es que el capitalismo pesado a pesar de ser una fuerza destinada a la acumulación y regulación adquiere reglas establecidas y que se podían protestar ante quien llevara el cargo de la empresa o el barco del capitalismo pesado, mientras que en el liviano no existen reglas establecidas para los que están dentro del capitalismo liviano.

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