jueves, 19 de noviembre de 2015

De la modernidad pesada a la modernidad liviana


Lorelei Ugalde
David Martínez

La modernidad pesada, que también se puede denominar como "era del hardware" fue la época de la conquista territorial. Conquistar el espacio era la meta suprema, apropiarse de todo lo que uno pudiera y pudiera conservar, marcándolo con todas las señales tangibles de posesión y con carteles de “propiedad privada”. 
Los imperios se extendieron hasta los más alejados rincones de la Tierra, la posesión de territorio era lo más importante en esa época. El territorio fue una de las mayores obsesiones modernas, su adquisición y la protección de las fronteras llegó a convertirse en una de las adicciones modernas más ubicuas, inflexibles y permanentes. La idea de "los sitios en blanco" que eran las islas y archipiélagos de los que no se sabía nada, que esperaban ser descubiertos y colonizados resultaba insoportable. 

La aventura y la felicidad, la riqueza y el poder, eran conceptos geográficos, o "patrimonios de la tierra". La riqueza y el poder que dependen del tamaño y la calidad del hardware tienden a ser lentos, pesados y de movimientos torpes, se les evalúa según su peso y volumen y crecen mediante la expansión del lugar que ocupen. Crecen mediante la expansión del lugar que ocupan y se protegen protegiendo ese lugar: el lugar es al mismo tiempo su lecho de cultivo, su fortaleza y su prisión. La riqueza y el poder se arraigan firmemente en la tierra.
Las dos lógicas, fundidas en una, se reunían en la lógica del tamaño, organizada en torno de un precepto: más grande significa más eficiente. En la versión pesada de la modernidad, el progreso implicaba mayor tamaño y expansión espacial.
En la conquista del espacio el tiempo debía ser flexible y maleable, y sobretodo reductible por medio de la creciente capacidad "devoradora de espacio" de cada unidad.
La "fábrica fordista", el modelo más ambicionado de la racionalidad en la época de la modernidad pesada era un lugar de encuentro cara a cara, pero también un tipo de matrimonio entre el capital y el trabajo. Era un tipo de matrimonio esencialmente monógamo para ambos elementos, ninguno de los dos podía sobrevivir sin el otro. El tiempo rutinizado ataba el trabajo al suelo, en tanto la masividad de las fábricas, la pesadez de la maquinaria y la mano de obra permanente "fijaban" el capital. Ni el capital ni el trabajo deseaban moverse, ni tampoco eran capaces de hacerlo. No obstante, todo cambió con la llegada del capitalismo software y la modernidad “liviana” y, la modernidad “pesada” llegó a su fin. El cambio en cuestión es la nueva irrelevancia del espacio, disfrazado como aniquilación del tiempo. El espacio ya no limita la acción ni sus efectos, y cuenta muy poco o nada en absoluto. Ha perdido su “valor estratégico”, como dirían los militares.
Cohen hace una comparación que capta certeramente el cambio de la historia moderna del tiempo y alude al impacto que está empezando a ejercer sobre la condición existencial humana. El cambio en cuestión es la nueva irrelevancia del espacio, disfrazado como aniquilación del tiempo. En el universo "software" el espacio puede recorrerse en una fracción de tiempo. El espacio ya no limita la acción ni sus efectos, y cuenta muy poco o nada, en absoluto. 

La casi instantaneidad de la época del software asegura la devaluación del espacio 
En la época del "hardware" (modernidad pesada), según Max Weber era también la época de la racionalidad instrumental, el tiempo era el medio que requería ser cuidadosamente manejado para los réditos del valor; en la época del "software", de la modernidad liviana, la eficacia del tiempo como medio de conseguir valor tiende a aproximarse al infinito, con el paradójico efecto de igualar el valor de todas las unidades que conforman el campo de los potenciales objetivos.
Si es posible acceder a cualquier parte del espacio en cualquier momento, no hay motivos para llegar a ninguna parte en ningún momento en particular, ni motivos para preocuparse para garantizar el derecho de acceso a cualquiera de ellas.    

















                                          



               Bauman, Zygmunt (2003). Modernidad líquida. México, DF: Fondo de Cultura Económica.








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